AL QUE MADRUGA, DIOS LE AYUDA

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Harto conocido es este refrán del Quijote que nos canta las bondades y hace las alabanzas del madrugar. En pocas palabras encierra muchas enseñanzas, y vamos a intentar arrojar luz sobre algunas de ellas. Madrugar no es sólo levantarse pronto por la mañana, madrugar es esencialmente despertar, despertar antes de que sea demasiado tarde. Al que lo hace, Dios le ayuda en el momento difícil. Pero el sentido más profundo del refrán sólo lo descubriremos recurriendo al hebreo.

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Alguien se puede preguntar por qué Dios “ayuda” al madrugador y, en cambio, parece no hacerlo con el trasnochador. ¿No parece algo injusto? Quizá debamos acotar a quién se refiere el refrán con “al que madruga”.

Lo primero que hay que señalar es que, en el contexto de la Torah, “el que madruga” se refiere a Abraham que, como nos enseña el Zohar (I-129a), representa al alma. La “ayuda”, palabra que en castellano nos ofrece el regalo de albergar en su interior a la idea de Yud, es la bendición. De este modo, “al que madruga, Dios le da la bendición”.

Como podemos leer en Génesis (XXII-3):

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Vaishkem Abraham vaBoker.

וישכם אברהם בבקר

“Y Abraham madrugó muy de mañana”.

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Es notorio que en interior de la palabra Abraham (אברהם) se encuentran 3 de las cuatro letras de Berajah (ברכה), “bendición”. Y es de destacar que Dios ya le había dicho a Abraham (Génesis XII-2):

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והיה, ברכה

“Y serás bendición”.

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Nos podemos preguntar, ¿por qué madrugar? Una explicación sería “para buscar a Dios”. Pero, ¿dónde?

Un soberbio pasaje del libro de Isaías nos descubre con meridiana claridad dónde hay que buscar a Dios: en uno mismo. Esta idea, que reencontraremos en cientos de libros de autoayuda, es particularmente reveladora cuando acudimos al texto original (Isaías XXVI-9):

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נפשי אויתך בלילה, אף-רוחי בקרבי אשחרך

“Con mi alma te he anhelado por la noche, con mi espíritu dentro de mí te he buscado”.

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Lo primero que vemos es que la búsqueda comienza con un anhelo, con una especie de nostalgia, un anhelo en esa oscuridad que Isaías llama “noche”. Todos, absolutamente todos, estamos en esa “noche”.

Ashajerja (אשחרך), “te he buscado” podría leerse como “te he mañaneado”, como nos enseñan los cabalistas. Shajar (שחר) significa “aurora”, “amanecer” pero también “ponerse a buscar”. Por otra parte, Ishjir (השחיר) es “madrugar”. “Madrugar, “buscar”, se refieren, en el fondo, a lo mismo.

Vimos que según el Zohar Abraham representa al alma. Se trata del alma que madruga, que despierta en este mundo para poder entrar con consciencia en el momento de la muerte, momento en el que la ayuda divina es imprescindible.

JULI PERADEJORDI

Artículo*: Zohar

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