El simbolismo en el budismo (Curso de SIMBOLOGÍA II) — Arsgravis – Arte y simbolismo – Universidad de Barcelona

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RESUMEN DE LA CLASE

Vamos a hablar en esta sesión del simbolismo en el budismo, cosa que en cierto sentido es una contradicción, puesto que el budismo surge como una reacción en contra del simbolismo exacerbado brahmánico y como un cansancio del ritualismo tan reglamentado de dicha tradición, en este sentido se parece a la reforma de Lutero.

El budismo se caracterizó por una especie de ascetismo contra el ritualismo e incluso contra el simbolismo, se trataría de una vuelta a lo interior. Sin embargo, toda crítica a un lenguaje es la defensa de otro que va a crearse, así la crítica al simbolismo del brahmanismo acaba en unos nuevos símbolos.

El budismo llega muy pronto a China, en el s. III a. C., posteriormente pasa a Japón, Corea, y por último al Tíbet en el s. VII d. C., y allí se hace fuerte como iglesia y se origina una teocracia. Se ha discutido mucho sobre si el budismo es una religión; desde una perspectiva antropológica sería una religión mientras que desde el punto de vista de las religiones semíticas, no lo sería puesto que se trata de una religión no teísta. Así, si por religión se entiende un conjunto de creencias que ratifiquen la existencia de Dios, no lo sería. En cambio, desde el punto de vista antropológico se entiende por religión un artefacto cultural que tiene una comunidad sagrada, una literatura sagrada y un conjunto de rituales y estas son las características que definen al budismo.

En una antigua inscripción sánscrita aparecen los nombres del fundador del budismo: Sidartha, Sâkyamuni, Tatagatha, Gautama y después lee la palabra Buda. Sidharta está compuesto por la palaba artha, que significa el objetivo, el provecho. Un ejemplo de ello serían los Purusharthas, o los cuatro objetivos de la vida según la tradición hindú: el placer (kamartha), el provecho o el lucro (artha), la doctrina o la moral (dharma) y la liberación (moksha) que está por encima de los demás. Sidartha sería pues el que cumple sus objetivos, el que logra lo que se propone. Gautama es el nombre de familia heredado y que proviene de un sabio védico de la antigüedad. Este sería el nombre del Buda histórico. Sâkyamuni proviene del nombre de su etnia, Tatagatha significa el que ha llegado, el advenido.

Un relato en el que interviene el propio Buda es significativo en relación a la crítica al exoterismo de las prácticas religiosas. El simbolismo entendido como unos rituales exteriores es especialmente conservador, pues los símbolos se heredan y se perpetúan. Por eso, cuando Buda inició su enseñanza oral se memorizaban sus palabras. Sin embargo, al poco tiempo, cada monje fue añadiendo su pronunciación y las imágenes y los ejemplos tradicionales a los que estaba acostumbrado. Ante todo ello, dos hermanos muy versados en la cultura védica propusieron a Buda pasar su doctrina a versos sánscritos que pudieran ser recitados con el rigor que se recitaban los vedas. Buda respondió que sería desacertado limitar la doctrina a una lengua, pues la doctrina es libre de los prejuicios de aquellos que se atan a la letra y no al significado: “La doctrina rompe las barreras. La red del pescador existe debido al pez, una vez atrapado el pez se prescinde de la red, las palabras existen por su significado, una vez atrapado el significado se puede prescindir de las palabras. No dudéis en enseñar la doctrina en tantas lenguas como encontréis pero que su sonido alcance a todos aquellos que puedan entenderlo. Tan enemiga de la doctrina es la palabra afectada como la palabra vulgar”. Así como la palabra es un vehículo de una experiencia interior, el símbolo que supone la palabra es un vehículo que una vez utilizado se puede prescindir de él y lo mismo podría decirse de toda la iconografía budista.

No existen registros textuales de la época en que vivió Buda por lo que, en 1989, en un congreso internacional, se determinó que su muerte debió ocurrir en el siglo V a. C. Posteriormente, sin embargo, se descubrió un santuario dedicado a la madre de Buda fechado en el 550 a. C., con lo que aún siguen las dudas. La primera evidencia histórica de la que se dispone es una inscripción escrita en brahmánico que proviene de una stupa del templo de Ashoka, del s. III a. C. en la que se hace referencia a una peregrinación al lugar donde nació Buda.

Tanto el nacimiento del Buda como su iluminación son absolutamente míticos y simbólicos. Su madre fue fecundada en sueños y su iluminación tuvo lugar tras descubrir la llamada vía del medio bajo el árbol bhodi, el árbol del despertar. Cuando al morir abandonó su cuerpo, éste fue incinerado y, según la tradición, ocho reyes se disputaron sus restos, finalmente se pusieron de acuerdo para repartirse sus cenizas equitativamente y entonces se erigieron las primeras stupas que son túmulos relicarios. Durante el periodo gobernado por el emperador Ashoka, el budismo se convierte en la religión oficial y se dice que este monarca hace construir 80.000 stupas. Las más relevantes son la stupa de Sanchi y la de Sarnath, el lugar donde Buda dio su primera enseñanza a los ascetas.

La stupa es una edificación compuesta por una plataforma que representa al antiguo altar védico y también la tierra. Sobre ella se levanta una montaña semicircular llamada anda, un sinónimo de garba, una palabra que quiere decir ‘útero’, y que es el lugar donde se guardan las reliquias de Buda. Garba es una palabra importante en el budismo porque existe una doctrina llamada Tathagatagarba, según la cual todos los seres humanos llevan la semilla de la budeidad o del despertar en sí mismos. Por encima de este semicírculo aparece una estructura cuadrangular, llamada harmika, que simboliza la morada de los dioses, y arriba en su centro se levanta el eje del mundo, que atraviesa los tres mundos: el material, el sensual y el de la materia sutil. Este eje está decorado con una espacie de sombrillas llamadas chatta.

El fiel debe acercarse a ella por el este, aunque tiene cuatro entradas, una en cada punto cardinal, y hacer su circunvalación imitando el curso del sol, es decir, su hombro derecho debe estar siempre próximo a la stupa. Un gráfico muestra la evolución de la stupa a través de distintos periodos, en la época de Ashoka es una montaña semicircular, mientras que después aparece la morada de los dioses, el eje del mundo y la sombrilla para complicarse posteriormente y multiplicarse las sombrillas hasta la época kushana cuando adquiere su diseño completo.

La stupa de Borodudur, en la isla de Java, es importante porque tiene la forma de un mandala compuesto por muchísimas pequeñas stupas. Lo que nos lleva a acercarnos al simbolismo de los mandalas mediante una tanka budista. Buda nace en la tradición brahmánica, al igual que Cristo nace en la judía, aunque se distancia de ella. Una de las diferencias es que el budismo niega el atman, que sería una especie de esencia que va transmigrando de una vida a otra, y defiende la doctrina de la vacuidad. Es decir, para los pensadores budistas y para los primeros escolásticos, las cosas carecen de naturaleza propia y dependen unas de otras. Para explicarlo, recurren a la doctrina del sufrimiento condicionado que forma parte de las cuatro nobles verdades, y que se explica cómo doce eslabones de la cadena del ser. Estos doce eslabones aparecen representados en el mandala que vamos a comentar.

Según el budismo, lo que mantiene la cadena del renacer es la ignorancia, a la que se le añaden una serie de inclinaciones con las que el hombre nace y, como consecuencia, existe también una cierta conciencia. Estos tres factores conforman el namarupa o la configuración psico-física del ser, que se desarrollará por los seis órganos de los sentidos, la sensibilidad es lo que establece el contacto con el mundo exterior que, a su vez, produce nuevas sensaciones. Una de ellas es tanha, la sed, que según las cuatro nobles verdades es el origen del sufrimiento pues la sed produce el apego. El apego produce bhava, o el devenir o la continuación, el renacimiento. Este estado de conciencia hace que continúe después de la muerte en otro ser que no recuerda quién fue anteriormente pero que sufre el efecto de una vida anterior, como se explica en la doctrina del karma, según la cual todo lo que se hace tiene una consecuencia en otra vida y otro ser, por eso podría decirse que el budismo plantea una generosidad anónima. La cadena de conciencia acaba con la decrepitud, la muerte y un nuevo nacimiento, por eso siempre son doce elementos los que rodean la rueda de la vida y la mantienen consciente.

Adherido a la rueda hay un monstruo con unas garras terribles y un aspecto fiero que es el tiempo que todo lo devora, es también la muerte. El ser humano está metido en esta rueda en la que el tiempo acaba devorándolo todo. El despertar supone trascender el tiempo y la muerte. Este es uno de los esquemas básicos de los mandalas. Aparecen también los cinco grandes ámbitos de la existencia: un ámbito divino, donde están los dioses y los seres que han cultivado la bondad y la generosidad. Otro con los pretas, los que han cultivado en su vida la avaricia, son unos seres hambrientos con el estómago muy grande y la boca muy pequeña y nunca pueden saciar su hambre. Luego están los seres humanos, que es una plataforma óptima para practicar la enseñanza budista y alcanzar el despertar. Por último, están los seres infernales y los animales. En el círculo interior y central del mandala aparecen una serpiente, un gallo y un cerdo, que simbolizan los tres venenos o los tras vicios que mantienen la rueda en funcionamiento. La serpiente simboliza el odio o el resentimiento, el gallo, la avaricia o la codicia, y el cerdo, la ignorancia y la malicia. A causa de estos vicios se creó un debate sobre si pudiera existir un ser tan vicioso que no tuviera ninguna posibilidad de liberación y la conclusión fue que siempre existe una vía para la liberación de un ser por muy hundido que esté en su propio infierno.

Resumen realizado por Lluïsa Vert

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